La práctica de actividad física se ha evidenciado eficaz tanto para la prevención como para una evolución positiva de las enfermedades.
Desde que la COVID-19 llegara a nuestras vidas, una de las grandes incógnitas que se pregunta la ciencia es por qué a unas personas la infección les afecta de una forma muy leve o asintomática, y en otras la evolución es mucho más agresiva.
Investigadores españoles publicaron en Infectious Diseases and Therapy un estudio en el que analizaban la condición física de los pacientes infectados por SARS-COV-2 observando que los más sedentarios tuvieron un mayor tiempo de ingreso y peor evolución en comparación a los que practicaban ejercicio físico de forma constante.
Otro estudio del Hospital Clínico San Carlos confirma que hacer ejercicio físico ayuda a reducir el riesgo de fallecimiento si se contrae la COVID-19, aumentando hasta en ocho veces las probabilidades de no fallecer en las personas que precisan ingreso hospitalario.
Así, podemos asegurar, que el ejercicio físico se convierte en predictor independiente de la evolución del coronavirus, junto con la edad, el exceso de peso, la hipertensión, el asma, la diabetes, el consumo de tabaco, el cáncer, la insuficiencia renal y otras enfermedades crónicas. En este sentido, la práctica de actividad física se ha evidenciado eficaz tanto para la prevención como para una evolución positiva de las enfermedades previamente mencionadas.
Los beneficios cardiovasculares del ejercicio físico son sobradamente conocidos desde hace tiempo, ayudando a prevenir patologías en circunstancias convencionales, y más aún con el coronavirus, que tiene como una de sus complicaciones graves las trombosis venosas.
La COVID-19 puede derivar en neumonía, que en estadíos avanzados pueden producir fibrosis pulmonares que dejarán secuelas en el paciente. La práctica habitual de ejercicio físico de intensidad moderada mejorará la capacidad pulmonar ayudando a reducir el impacto del síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA).
Sabemos que los individuos con sobrepeso son más proclives al padecimiento de problemas cardiovasculares, por la mayor propensión a formar placas de ateroma que pueden desembocar en isquemias agudas. En relación a la Covid-19, se ha detectado una peor evolución de este tipo de pacientes ingresados, debido a la inflamación crónica que padecen. En las Unidades de Cuidados Intensivos (UCIs), aproximadamente la mitad de los ingresados que requieren tratamiento ventilatorio intensivo tienen obesidad. El ejercicio de tipo cardiorrespiratorio genera, en este sentido, una cierta inmunoprotección al atenuar el llamado “síndrome de tormenta de citoquinas” que experimentan los individuos de riesgo.
El catedrático de Inmunología Alfredo Corell explica que “el sistema inmunitario tiene un papel de defensa frente a cualquier infección, ya sea por virus, bacterias, hongos o parásitos”. La Sociedad Española de Inmunología, en su guía de buenos hábitos para fortalecer el sistema inmunológico, incluye, entre otros hábitos, la práctica regular de ejercicio físico. Son numerosos los estudios que evidencian que un ejercicio regular y estructurado puede llegar a demorar el envejecimiento del sistema inmunológico. A pesar del desconocimiento que hay relativo al coronavirus, es evidente que un sistema inmune debilitado influye en la evolución de la infección por SARS-Cov-2.
Por otra parte, el ejercicio es un antidepresivo natural. Es capaz de generar altos niveles de dopamina durante su práctica, ayudándonos a mantenernos positivos psicológicamente. Actúa como “vacuna” ante los estados de depresión/ansiedad.
En definitiva, hacer ejercicio regularmente se vuelve más importante que nunca según
los tiempos que corren. Como se apunta desde el Colegio Americano de Medicina del Deporte (ACSM), hay claras muestras de que la actividad física puede tener un gran potencial para reducir las complicaciones de la Covid-19, implicando menor tasa de mortalidad pero también de hospitalización, lo que favorecerá, además, que no se saturen los sistemas de salud. Si bien faltan investigaciones para saber si el ejercicio puede prevenir el coronavirus, no nos equivocamos en afirmar que, al menos, es imprescindible para luchar contra él.
Dr. Vicente Mateo Alcalá
Medicina de la Educación Física y el Deporte